Si aprendiéramos a crecer con humildad

¿Aprendemos a crecer con humildad? Cuando nos convertimos en adultos, pareciera que creemos que por el solo hecho de crecer, hemos madurado. Que estamos preparados y tenemos la total capacidad de asumir con las necesidades de nuestros seres queridos más cercanos.  Sin siquiera darnos cuenta, la soberbia, se apodera de nosotros, nos mal aconseja.

Nos lleva a seguir una inercia poco o nada consciente de las implicaciones que tiene para las personas que amamos, (sean nuestras parejas, hijos o demás familiares o amigos). La realidad es que las acciones que emprendemos nos resultan tan conocidas que ni siquiera las cuestionamos. En términos generales, dichas acciones, se basan sobre el ejemplo que recibimos de nuestros padres o adultos significativos en nuestra infancia y juventud. Así que pareciera que no tenemos otra opción que ubicarnos en el lugar del “adulto” y actuar como aprendimos que un “adulto” actuaba. Todo esto para cubrir las necesidades de los diferentes miembros de la familia. O de aquellas personas importantes y queridas por nosotros.

Ahora, imagina lo diferente que podrían ser las cosas. En vez de escoger la inconsciente soberbia, los humanos desde pequeños aprendiéramos a crecer con humildad. De manera abierta, sensible y amorosa nos abocáramos a responder a las verdaderas necesidades de nuestra familia.

La humildad nos ubicaría como eternos alumnos de la vida. Como fieles discípulos estaríamos siempre en la disposición de aprender nuevas y mejores formas de brindar la seguridad. También comprensión, apoyo y amor a quienes dependen de nosotros.  

Para dar un ejemplo, los hijos son fieles observadores y aprendices de todo aquello que, como sus padres, nos ven realizar. Sabemos de sobra, que no son tan hondas las palabras con las que intentamos enseñarles. Lo que es significativamente importante para ellos, es nuestro constante y silencioso ejemplo. Los hechos más que las palabras, son las que trascienden en su pequeña sabiduría infantil.

La forma en que se relacionan sus padres es de fundamental importancia para ellos. Por ello, el que sus padres (sin importar su estado civil), se traten con respeto y pongan de manifiesto la cooperación o colaboración entre ellos, facilitará el crear un ambiente de amor, armonía y seguridad que garantizará su sano desarrollo.

Ahora bien, qué tal si con humildad, seriedad y sensibilidad uniéramos la necesidad de un buen ejemplo para nuestros hijos. A la par que, como parte de ese buen ejemplo, le ofrecemos un buen trato a su padre o madre, según el caso ¡Puedes dimensionar la gran trascendencia que tendrían el considerar tan solo estas dos necesidades compartidas por todos los hijos!  

Crecer con humildad

Entenderíamos la trascendencia de que con humildad aprendiéramos desde el amor. Podríamos brindar a nuestros seres queridos un presente impregnado de respeto y buen trato. De manera fluida y natural, inculcaría en nuestros hijos el respeto a todos por igual. Al mismo tiempo que les brindaría las bases para establecer en sus vidas adultas, relaciones sanas. También sensibles y amorosas que podrían mejorar generación tras generación

¿Verdad que vale la pena desde la humildad servir al otro? Como, por ejemplo, tratar con humildad, respeto y amor a nuestra pareja. Ya que sin siquiera darnos cuenta podremos heredar a nuestros hijos un legado que le servirá, sin lugar a duda, toda su vida.

Ver también El despertar a tiempo de las parejas

Vídeo Humildad en pareja