Durante muchos años y en muchos aspectos de mi vida, me consideré una mujer exitosa. Me sentía satisfecha al poder decir con orgullo que siempre lograba lo que deseaba, siempre cumplo con mis metas ¡siempre logro lo que me propongo!
El riesgo de los cambios
Un día tomé la decisión de abandonar mi empleo «estable y seguro», era una importante multinacional del campo petrolero. Lo hice para ser emprendedora y madre presente. Realmente no sabía con certeza a lo que me estaba enfrentando.
Siempre fui buena para trabajar eficientemente en la empresa de otra persona. Pero años atrás, ya había tenido una experiencia de fracaso llevando adelante mi propio negocio.
Comenzaron los miedos. El no creerme suficiente para el nuevo campo en el cual estaba emprendiendo.
Ya que mi título universitario no avala mi verdadera vocación, comencé a hacer cursos, certificaciones y entrenamientos. Quise prepararme en el maravilloso pero delicado mundo de acompañar a otros en sus procesos de vida.
Digo delicado por toda la responsabilidad que implica tocar otra alma humana. Para mi sorpresa, a medida que pasaban los meses y certificándome en todo lo que creía necesitar, seguía temiendo.
Me sentía insuficiente para ejercer mi nueva labor, elegí ser mentora acompañando a otras mujeres en sus procesos de vida. No me sentía segura, muy a pesar de que ya tenía experiencias satisfactorias acompañando e inspirando a otras mujeres.
Soy una mujer de mucha fe, y un día de ferviente oración, ante una profunda crisis emocional en la cual llevaba meses, le pedí a Dios que me ayudara a seguir adelante.
No comprendía porque me faltaban las fuerzas, en un momento de mi vida en el cual prácticamente lo tenía todo. Me faltaba el ánimo y la voluntad, su respuesta vino a través de la palabra de Dios.
Buscando lo que me hiciera sentir satisfecha
Ese día como muchos en mi vida, al abrir mi biblia me topé con el versículo de Éxodo 3:14, donde Dios envía a Moisés a Egipto y ante la duda de Moisés el responde: dirás «YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel».
Mi interpretación de ese versículo fue: no necesitas nada más, ya tienes todo lo necesario para ir adelante, porque vas en mi nombre.
Para mi sorpresa, ese despertar vino acompañado de una de las sesiones de Armonia Financiera, donde causalmente Joselyn conversaba sobre el tema de los legados y pude ver claramente toda la riqueza que tenía para compartir.
De esa historia nace mi proyecto «Yo Soy La Que Soy», en el cual, a través de mi programa de radio, charlas y mentoría una a una, acompaño a las mujeres a re-interpretar su verdadera identidad.
Porque si existe algo más grave que no tener estima, es no tener identidad y lamentablemente hoy día muchas personas nos hemos extraviado en el camino. Nos perdimos siguiendo los estereotipos que nos han vendido los grandes medios.
[bctt tweet=»Algo más grave que no tener estima, es no tener identidad. @dayanapina #ArmoníaF»]En esta nueva etapa que apenas comienza, algunos caballeros me leen y me dicen que les gusta lo que comparto. No obstante, mi deseo es llegar a las mujeres porque es desde mi propia experiencia, donde podré extenderles mi mano.
Agradezco a Dios, a mi esposo por impulsarme siempre a ser mejor, a esas mujeres que confían en mí, al equipo de Armonía Financiera y a Joselyn por extenderme su mano en esta nueva etapa de mi vida, por colaborar en sentirme satisfecha.
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