Por mucho tiempo creí que mi éxito estaba ligado a una profesión, solvencia económica y estatus social. Y durante mis primeros 25 años parecía que iba en el camino correcto.
Hasta que me enfrenté con el hecho de que no llegaron a mí las oportunidades de empleo que yo deseaba.
Aún con un gran título universitario en las manos, la energía no fluyó. Ese empleo que me permitiera ejercer lo que había aprendido en mis años de estudio, no llegó.
Esto fue realmente frustrante para mí. No supe manejarlo emocionalmente y cada vez que alguien me decía que no hacía lo suficiente para ser contratada, me sentía peor.
Pero nunca estuve desempleada. Tres meses después de graduarme iniciaba una mutación profesional, me incorporaba al mundo de la docencia universitaria.
Hoy, puedo ver con claridad que uno fluye a favor de su misión de vida. En aquel entonces, lo veía como la máxima expresión de fracaso que jamás había experimentado.
Y así inició la tan deseada independencia profesional. En un estado de insuficiencia, en donde no importaba el nivel de esfuerzo, lo que recibía nunca estaba al nivel de mis expectativas.
Incluso cuando ocho años después, cambié de actividad laboral de nuevo. Pude tener los beneficios que siempre había pedido, pero todavía me parecía que no correspondía con lo que quería.
En un momento de mi vida estuve ahogada en deudas, le debía hasta a mi sombra. Algo que no correspondía con la lógica, pues mi salario aunque era variable, estaba por encima del promedio.
Pedía prestado para llegar al día de pago y vivía llena de urgencias que drenaban mi energía.
Hasta que un día me admití que no tenía idea de cómo manejar mi dinero. Fue así como se han ido presentando maravillosas opciones para aprender a relacionarme sanamente con este tema.
Y hoy me doy cuenta, que no se trataba de la cantidad, sino de la energía que yo transmitía. Ahora mi confianza respecto al dinero es diferente, y te cuento cómo lo logré.
¿Cómo creé confianza con mi dinero?
- Creé estructura: Uno de los reconocimientos más grandes en mí, fue el darme cuenta de mi necesidad de estructura para avanzar. No tenía noción del flujo de mi dinero, solo sabía que quería más sin tener claro para qué. Definir gastos, consumos y límites me llenó de confianza y empecé a estar más a gusto con mis ingresos.
- Cambié mis creencias: Pensar distinto es crear una realidad diferente, por eso me dediqué a identificar esas creencias que me llevaban en dirección contraria a lo que quería. Gracias a esto comprendí que mi estado financiero no dependía de la economía, el país ni mi historia personal. Era solo mi energía.
- Cambié mi energía: Sí, mejoré mi nivel vibratorio empezando a conectar con lo que sí tenía, haciendo lo que me apasiona y agradeciendo mi vida. Ya tenemos todo lo necesario para desarrollarnos, el no verlo se debe a que estamos pendiente de lo que quisiéramos tener, en vez de sacar provecho de lo que sí tenemos.
En el presente mi dinero circula sin el miedo a que se va a acabar o con la angustia de que no me alcance. Siempre hay en la medida que esté dispuesta a recibir para darle un propósito y hacer circular desde el amor para beneficio de todos. El dinero ya existe, solo trabaja en ti lo que no te permite acceder a él.
Mi propósito financiero es construir un liderazgo para ser, sentir y servir. Y el tuyo ¿cuál es?