Tal vez tú crees que la abundancia se refiere a la capacidad de gastar sin preocuparte que se va acabar. Yo sí que tuve esta creencia, pero la vida me llevó por experiencias que me mostraron que esto era una distorsión de la verdad. Tanto cambió mi perspectiva, que hoy ni siquiera la asocio al dinero, la considero una energía.
Y la tenemos todos. Cada ser vivo es abundante en esencia, haga o no haga, tenga o no tenga. Creer y experimentar algo distinto es solo fruto de nuestros pensamientos.
El mundo en el que fuimos criados, nos quiso desconectados del ser. Era necesario para poder manipularnos en función del miedo a perder, la competencia y muchos caímos en esto.
La promesa fue el éxito asociado a tener, ostentar y ser popular. Muchísimas personas han logrado esto, así que de entrada es accesible.
Sin embargo, pocos han manifestado felicidad al conseguirlo, por lo que en nuestro estado inconsciente, decimos es que el dinero es malo. Con esta percepción evadimos la causa real, que está siempre en nuestro interior.
No hay nada en tu mundo que no exista dentro de ti. Y aquí es donde viene el ataque, porque la mayoría de nosotros aborrece lo que vive. Este es uno de los conceptos más difíciles de asimilar, lo que es adentro se refleja en todo lo demás.
Sobre todo cuando estamos en la cúspide del malestar. Ese punto en donde todo es oscuridad y por lo tanto nos sentimos víctimas de la vida. Aquel momento donde nada parece funcionar, pero es que en este punto también podemos notar lo abundantes que somos.
Cuando la energía es de «pobrecito yo», los problemas aparecen a gran velocidad. En cambio, cuando estás conectado con tu ser, las bondades aparecen por doquier. Eso es abundancia, la capacidad de multiplicar para dar.
¿Se tiene o se siente?
Eres abundante para lo bueno y lo no tanto, y eso se debe a que es un tema energético, no de posesiones. Es por esto que la abundancia se siente, no se tiene. Es parte de ti, de tu ser, estés conectada a ella o no.
Solo cuando decides aceptarla dentro de ti, se verá manifestada en diversas formas en tu mundo. Ya sea a nivel de talento, servicio y sí, también dinero, todos tenemos ese algo que damos y nunca nos agota.
Al contrario, nos causa un placer tan grande compartir, que eso se convierte en energía para seguir haciéndolo. Lo que das es lo que se multiplica, por lo que te invito a detenerte y reflexionar acerca de ti mismo y observes tu conexión con la abundancia.
Si no está en el estado que deseas, empieza a trabajar el camino que te devuelva ese sentir. No es magia, es entrenamiento, es prepararte para lo que quieres, es necesario.
Recuerda que grandes bendiciones implican grandes responsabilidades. Deja de pedir si no estás dispuesto a hacer el trabajo necesario para alcanzarlo, mantenerlo y disfrutarlo.
Construye el líder que se atreva a recorrer ese camino, siempre conectado con tu ser, sentir y servir, creando bienestar para todos. Siente la abundancia en ti.