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Discernimiento de Espíritu de mi Vida Interior, me lleva a Conectar con mi Intuición

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Queridos lectores, en esta oportunidad compartiré lo enseñado-aprendido durante los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. De la mano con Dios y mi guía espiritual el sacerdote jesuita Mikel De Viana, S.J. sobre el discernimiento de espíritu.

Durante los ejercicios nos hablan y enseñan sobre las reglas que son un verdadero prodigio de observación e intuición en materia de vida espiritual. Es cierto que la vida interior no puede ser reducida a reglas. Sin embargo, la experiencia nos dice que, siguiéndolas con conocimiento y prudencia, todas ellas son acertadas. Esto porque reside en el hecho de que son una pista segura para el crecimiento de la vida interior.

De Viana, previamente nos enseña los 2 elementos que quedan presupuestos en ellas. Y que, sin embargo, por los excesos e imprudencias del pasado, actualmente están opacados:

  1. El autoconocimiento/examen de conciencia: todas las reglas son eminentemente prácticas. Reposan en la capacidad de autoexamen y observación de cada ser humano. La acción de los espíritus se conoce por frutos del alma. Sin una cuidadosa observación de lo que pasa en el alma no es posible el crecimiento en la vida interior.
  2. Dirección espiritual o acompañamiento con un interlocutor prudente y experimentado: es necesaria para los que se inician en el camino de la vida espiritual o conexión con su Divinidad. Para que nos acompañe y ayude a comprender e interpretar los frutos de nuestras observaciones o examen de conciencia.

En las 2 primeras reglas señalan cómo la acción del espíritu del ego y la del Espíritu Santo se experimentan como contrarias:

  1. La acción del ego se experimenta de modo placentero. Y así nos lleva a estar en la vía de la separación. Avanzando en el vicio, experimentando obstáculos, inquietándonos, socavando la confianza y la paz interior. Cuando como ser humano tomamos en cuenta donde estamos y elegimos volver a amar, el Espíritu Santo nos llena de una sensación de un espíritu de remordimiento e inquietud de conciencia.
  2. Cuando vivimos creciendo en el servicio a Dios y a nuestro prójimo, la experiencia está llena de consuelo de modos diversos. Es decir, que experimentamos con su gran fruto la “paz de Dios”.

En la tercera y cuarta regla se describen 2 situaciones opuestas, que a veces experimenta nuestra alma en nuestra vida interior.

La consolación y desolación

 

La consolación es la situación de paz interna y felicidad que se produce cuando el alma es movida. También confirmada en el punto de amor a Dios y por motivos diversos. La desolación es la situación contraria. Cuando es experimentada la confusión, oscuridad, desconfianza. La inclinación a bajas vibraciones, inquietud de agitaciones y tentaciones. Sin esperanza, sin amor, hallándome pereza en el alma, tibia, triste y como esa sensación separada de Dios.

Las siguientes 5 reglas están enfocadas al proceso de desolación:

  1. En tiempos de desolación no se pueden tomar decisiones. Porque el alma es invadida y arrastrada por los pensamientos e imágenes sugeridas por el espíritu del ego. Durante este proceso aprendí a afincarme en el propósito previamente planteado.
  2. Mucho ayuda tener la autodeterminación de salir de esta estación. Para mí fue de total importancia la “oración”. Estar consciente de mi sentir.
  3. Durante este proceso fue revelador la fidelidad de mi Dios. Revelándose su profundo amor, misericordia, y que su gracia de estar presente en mi vida siempre es y será un regalo.
  4. Cuando estuve en este estado me hice consciente de la decisión constante de volver elegir estar y volver al amor.
  5. Aprendí que las causas principales de la desolación son: la tibieza y la negligencia espiritual que nos alejan del amor. Conservar un espíritu de humildad y mansedumbre es la mejor actitud de espíritu.  Es importante para sembrar en nosotros la convicción de que la consolación con toda la riqueza de efectos y experiencia interior que la acompaña, es pura gracia. Que solo Dios la concede. De tal modo, que debemos estar abiertos de corazón para recibirla.

Las reglas siguientes se aplican en la consolación. En ellas encontramos que hay que mantener un espíritu en oración y meditación. Consciente y despierto a nuestros estados mentales, emocionales y espirituales. Estar atento al presente de cada día. Mantener un estado de humildad ante nuestro creador. Reconociendo que su gracia está presente en nuestra experiencia siempre y cuando estemos unidos a la mente de Dios. Su amor y su divina voluntad.

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