Desde hace muchos, pero muchos años, en mi vida no hay excesos durante el final del año. Ya sea porque siempre fue la época en que más vendíamos cosas o porque aprendimos a verlo como el cierre de año y no como el final del mundo. Mis gastos decembrinos son bien comedidos. Hoy día me doy cuenta que aprendí el arte de celebrar sin derroche. Y así llegar a enero con dinero en el bolsillo. Hoy te cuento las 3 grandes verdades que me permiten lograrlo, ya casi sin pensarlo.
Tu aguinaldo es trabajo pagado con atraso
Si trabajas en una empresa que promete un monto fijo por concepto de aguinaldos a final de año, debo decirte que eso no es un regalo, es un acuerdo de trabajo. Para los que hemos manejado presupuestos de empresas grandes, tenemos claro que el dinero de los aguinaldos se presupuesta de forma mensual. Es decir, que en lugar de darle a los empleados ese dinero mes tras mes, se guarda aparte y se les entrega a final de año. Es como pagarte en diciembre por un trabajo que hiciste anteriormente.
A veces, cuando la empresa tiene un buen tesorero, los aguinaldos generan más intereses de los que se esperan. En ese caso algunas bonificaciones salen de esos intereses, tales como los regalos a los empleados. El caso es que, a nivel de empleados, es un dinero que el empleador te hizo el favor de guardarlo. De lo contrario te lo hubieses gastado. Cuando llega el final del año, tú sigues pensando que es un regalo, e igual te lo gastas.
No elegimos igual ante emociones contrarias
Los economistas del comportamiento (y los especialistas en mercadeo) saben claramente que las emociones y las decisiones están alineadas. Una persona deprimida compra menos que una persona entusiasmada. Por ello, es mejor dedicar un año a crear un “ambiente de fiesta” donde además las personas tengan suficiente dinero en el bolsillo. En mi mente macabra, es casi como si se manipulara el entorno para generar respuestas fácilmente predecibles, que garanticen ventas masivas.
Pero seguro aquí vendrás y me dirás “¿Pero tú quieres que pasemos todo el año deprimidos?”. No, lo que espero es que entiendas que el dinero que tienes en tus manos, te puede servir para cosas que contribuyan a tu bienestar verdadero. Y que al llegar a enero, sigas pensando que fue la mejor idea comprar eso que realmente necesitabas, o esa inversión que hiciste es real. La mayoría de las personas llegan a enero sin siquiera recordar en qué se les fue el dinero, y eso es derroche.
Es Temporada, no es Fin
La guía básica e infalible para tomar decisiones de dinero que perduren en el tiempo, es preguntarnos “¿Me sentiré igual en enero con respecto a esto?”. Respira profundo y espera que te llegue esa respuesta. No le prestes atención si la oferta es momentánea o si estás viendo a miles de personas abalanzarse sobre ese producto. Piensa en términos de ti, no de las masas inconscientes. Recuerda que después del 31 de diciembre siempre viene un primero de enero.
Que el dinero esté al servicio de tus sueños verdaderos, y que venga a concretar tus planes de vida. Celebra con consciencia y recuerda que todo, absolutamente todo, es temporal.