¿Cuántas veces hemos escuchado que ser una persona verdaderamente generosa es darle a alguien de menos recursos algo que necesite? Cuando escucho frases como ésta respiro hondo. La generosidad es una acción mucho más profunda que toca cada parte de tu ser. No se limita a dar a alguien más pobre que tú.
La generosidad es la acción de dar desprendidamente a otro aquello que tienes, puedes y deseas compartir voluntariamente sin esperar recompensa alguna a cambio.
Reflexionando sobre el tema descubrí tres puntos que hacen un acto de generosidad auténtico, expandiendo su energía fácilmente. Estos tres son base porque si alguno de ellos falta, la generosidad pierde su verdadero sentido y veracidad. Ya ves, la generosidad es un valor, por ende, dirige nuestras acciones.
Las tres claves para una persona verdaderamente generosa
1-Comprender que no estás solo en este mundo y por eso no funcionas como un islote. Esto significa entender que todos estamos interconectados de manera física y espiritual. Lo que sucede a una parte del todo afecta al resto.
Sentir que haces parte de un todo te ayuda a dimensionar que en este ciclo que llamamos vida, habrá ocasiones en las que ayudes y otras en las que necesites ayuda. Por eso al extender una ayuda te estás ayudando a ti mismo, ya que progresamos en conjunto.
2-Estar dispuesto a compartir de lo que tienes, no solo de lo que te sobra. Compartir aquello que aprecias es un acto de generosidad inmensa. Por ejemplo, compartir tus talentos poniéndolos al servicio de otros. O colaborar con parte de tu tiempo aun sabiendo que no tienes todo el tiempo del mundo. Tal vez compartir parte de tus bienes materiales.
La clave es compartir lo que aprecias, no lo que desechas.
3-Tener un corazón libre que no esté atado a lo material o al merecimiento. Con esto quiero decir que es bien difícil dar de lo que tenemos materialmente y sabemos que podemos utilizar, para ello hay que ser “desprendidos”. No quiere decir sacarnos el pan de nuestra boca para darlo a otros. Aunque sí tener la capacidad de no pensar solo en nosotros y continuamente estar en función de acumular. Es más, después de dar lo que tu corazón decidió no mires que hizo el otro con lo que diste. Tú das y ya no tienes nada más que decir, ya no te pertenece, hay que soltar y dejar ir.
En cuanto al merecimiento, un corazón generoso da sin mirar a quién, sin juzgar o reprochar. Para ser generoso no te pongas en el papel de crítico para definir quién merece qué. Limítate a dar honestamente sin escudriñar cada parte de tu regalo en función de quién lo recibe.
Vivir desde el Ser
Tener las bases claras te ayuda a ser una persona verdaderamente generosa. Te impulsa a mejorar cada día, ya que permite aflorar en ti maravillosos dones.
Ver también La recompensa está en el dar
Vídeo Cómo vivir una vida con propósito