Si buscamos el significado de la palabra aventura en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, encontraremos que una de sus acepciones es justamente “Relación amorosa ocasional”. Por lo tanto, parece que la palabra dentro del contexto de las relaciones de pareja, tiene una significativa trascendencia.
Es pertinente aclarar que no toda relación amorosa ocasional surge dentro del contexto de un matrimonio. Es decir, será necesario recordar que dicho término, no significa que sea sinónimo de infidelidad. Cuántos matrimonios o relaciones de parejas estables han surgido, de una relación, ante la cual uno o ambos integrantes pensaron que sería un amorío ocasional, o a la inversa. Otros iniciaron una relación amorosa deseando se convirtiera en algo formal y tan solo llegó a ser ocasional.
La realidad, es que es muy poco probable que el futuro de una incipiente relación se pueda precisar. Pues dicho futuro es, al final de cuentas, parte inherente de la aventura de la vida. Tal vez, de ahí, que muchos consideran que “el que no arriesga, no gana”.
Ahora, si bien es cierto que una relación amorosa ocasional, no es sinónimo de infidelidad, no podemos negar que siendo uno de los significados que la RAE le atribuye al término aventura. Lo anterior nos lleva a entender, el motivo por el cual, para muchas parejas este término dentro de sus matrimonios, los conduce al árido y doloroso terreno de la infidelidad.
Aventura amorosa
Cuando una pareja llega a consulta por haber descubierto a su pareja en una aventura amorosa, muestran un sinfín de inquietudes, miedos, temores y también esperanzas. Obviamente, cada caso es único y diferente. Por lo cual convendría que acudieran a la ayuda profesional. Sin embargo, compartiré contigo dos puntos que he observado se presentan en este tipo de casos. Si puedes, compártelos con alguien a quien le pueda ser útil o simplemente te inviten a reflexionar.
Con frecuencia una de las primeras inquietudes que, dentro de la consulta matrimonial luego de la infidelidad, se refiere al deseo de conocer el motivo o razón “que orillo” a su compañero (a) a serle infiel. Desde mi experiencia dicha pregunta puede resultar un estorbo que lleve a la pareja a mutuas acusaciones y búsqueda de “un culpable”. Si en verdad desean una respuesta, cada uno de los cónyuges tendrá que buscarla en su interior. No mirando, ni menos señalando a su pareja, iniciando, así, este proceso de frente y sin engaños a sí mismos.
Por otra parte, llama la atención que, en algunos matrimonios, usan la infidelidad como un recurso desesperado de atención. Para que su pareja se percate del abandono y descuido que siente por parte de su cónyuge. O en otros, para romper la monotonía en la que ha caído su relación. En dichos casos, sí conectan con el dolor que les produce la posibilidad de perderse mutuamente, tendrán mayores oportunidades para hacer a un lado el orgullo. Les puede ayudar a identificar su error y asumir cada uno su responsabilidad en lo sucedido. En el entendido de que es lo que les permitirá recuperarse mutuamente y continuar de nuevo juntos su camino, solo que ahora más conscientes y fortalecidos.
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Vídeo ¿Perdonar una infidelidad?