Parece que es sinónimo de responsabilidad dejar el bienestar interior fuera de las prioridades. Pues es más urgente pagar las deudas o planear qué hacer, antes de estar bien porque sí.
Esto ocurrió en mi vida por mucho tiempo. Y si te soy sincera, sigue ocurriendo, ahora con menor frecuencia.
Ya eso es un gran cambio. Pues quiere decir que estoy desarrollando la conciencia de mí misma.
Ahora considero prioridad mi bienestar interior. Procuro introducir cada día alguna actividad, por pequeña que sea, que me guste mucho.
No siempre lo voy a conseguir tomando unas vacaciones. A veces toca construir el disfrute dentro de las responsabilidades. No por eso, me voy a privar de sentirme bien con lo que hay.
Encontrando mi bienestar
Solo tú puedes definir qué te hace bien. También es parte del trabajo de descubrimiento interior.
Es necesario que te permitas experimentar. Y luego notar qué surgió en ti durante el proceso.
Por ejemplo, mis fuentes de bienestar interior son muy diversas. Dependen de mis intereses, estado de ánimo o lo que esté trabajando en ese momento. He encontrado paz al reflexionar acerca de lo que me angustia. Otras veces orar ha colmado mi corazón de gozo.
Escribir mis reflexiones y compartirlas con otros, es un regalo que me doy cada día. No solo satisfago mi creatividad, también mi conexión con otras personas.
Detenerme y admirar la naturaleza es hermoso. Disfrutar el clima también lo es. Ni hablar de mi deleite hacia las cosquillas y los libros.
Ya ves que la fuente de bienestar la eliges tú. Desde los recursos a tu alcance. Considerando tu entorno y los acontecimientos de tu vida.
Dejar de darle prioridad al bienestar interior es una agresión hacia tu ser. Pues exigirte esfuerzo para progresar es crueldad. Vivir en bienestar también implica dedicación, disciplina y constancia.
Regálate momentos gratos y si son en compañía, mucho mejor. Hasta un próximo encuentro.