El consumismo es una conducta aprehendida que no beneficia. Si lo analizas, no trae riqueza, tranquilidad ni fortalece tu mundo financiero. No obstante, la mayoría piensa que la única opción es gastar todo el ingreso que llega. Así que, es bueno que te preguntes ¿Compras para vivir o vives para comprar?
Parece una pregunta retórica, aunque es reflexiva. En la cultura Latinoamericana solemos usar como justificación la inestabilidad social, política y económica que suele presentarse en nuestros países como la causa de gastar la totalidad de lo que entra. Pero, ¿Qué te lleva a gastar todo lo que tienes? Hay varias razones, entre las cuales está la inflación, bajos ingresos, deudas, depender de la sensación de poder que da comprar, entre otras.
Es importante que revises tu situación. Y dependiendo de las características presentes en tu contexto puedas explorar nuevas alternativas de decisión. Hay situaciones que no se pueden cambiar o que no está en tus manos corregir. Sin embargo, siempre puedes hacer ajustes personales que te lleven a una mejor relación con tu dinero.
Por ejemplo, en procesos con alta inflación una oportunidad de aprendizaje es diferenciar la comodidad de la necesidad. Estos conceptos a nivel financiero suelen ser confundidos con frecuencia. Quizás te ha pasado que piensas que un determinado producto o servicio son fundamentales en tu vida, hasta que ya no puedes pagarlo y aún así continúas viviendo. Es importante distinguir lo esencial para vivir de los gustos agradables, aunque prescindibles.
Así que, te ayudaremos a contrastar ambas perspectivas. Esto con la finalidad de que te resulte más fácil observar en qué posición estás. Y a su vez, tomes decisiones al respecto.
¿Compras para vivir o vives para comprar?
Comprar para vivir: se refiere a adquirir productos y servicios que te mantengan a salvo física y emocionalmente. Por ejemplo, pagar renta o hipoteca, comida, atención médica, servicios básicos como agua, electricidad e internet. La internet es indispensable si la usas como fuente de trabajo, investigación o capacitación. El servicio de transporte para llegar a dónde necesitas o el mantenimiento de tu auto, lo que sea más fácil de sostener.
¿Qué no incluye esta perspectiva? Gastos de entretenimiento complejo como salidas a comer o pasear, vacaciones, visitas a un spa, salón de belleza y otros más. Comprar para vivir se trata de establecer lo mínimo que necesitas para estar bien y funcionar en paz con tu vida.
Vivir para comprar: comprende el mundo de los impulsos. Esto quiere decir, que te apetezca todo lo que veas. Es que cada vez que sepas que tus ingresos se hacen estables, decidir gastar porque te lo mereces sin pensar en las consecuencias. Ni siquiera te planteas para qué o por cuánto tiempo darás uso a eso que quieres comprar. Es sentirte feliz por pasar el día de compras porque para eso trabajas.
El lado oscuro de esta perspectiva son las emociones y las consecuencias. Entre las cuales están el arrepentimiento al llegar la conciencia del gasto, la culpa por no saber resistir el impulso y la vergüenza por no tomar decisiones diferentes. Entre las consecuencias está la alta posibilidad de adquirir deudas difíciles de cubrir.
Observa tu comportamiento, no para juzgar sino para conocerte mejor. Así podrás romper los patrones de pensamiento, gestión emocional y conducta que no te permiten construir una vida disfrutable. Puede que sientas angustia, internamente nada se corrige de repente. Permítete explorar en ti y elegir si prefieres hacer compras para vivir o vivir para comprar.
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