En el 2009 tuve la oportunidad de asistir a un programa de liderazgo. En esta experiencia conocí a personas increíbles y una de ellas que marcó mi vida con una pregunta que cambió mi consciencia para recibir.
Me encontraba cenando cuando el director del programa se me acerca y me ofrece un vaso con agua.
Decidí decirle que no se molestara, a lo que él me respondió sorpresivamente: «¿Acaso tu no mereces que te sirva un vaso con agua?» y con esto comencé a verme a mí misma en este ámbito del merecer.
En esta historia me estaban ofreciendo algo que por no molestar rechacé y por lo tanto no recibí. Me limité a recibir.
[bctt tweet=»¿Cuál es tu responsabilidad en recibir lo te mereces? ¿Sabes si te auto-limitas?» username=»armoniafrevista»]
Parece ser un proceso de darte y no de que te den lo que mereces. Esto es porque la perspectiva proviene primero de ti antes de que con los otros.
De esta forma, pareciese que el merecimiento lo puedes generar desde un nivel de consciencia. Desde dónde eres capaz de verte a tí mismo, reconocer qué necesidades tienes, qué es importante para ti y hacerlo sin juzgarte, aceptándote.
La auto-observación lleva a la consciencia
Por ejemplo, el mirarte frente al espejo todas las mañanas, suele ser un acto en automático. Tu mente ya tiene un juicio sobre ti.
Ese momento es idóneo para generar consciencia. No para juzgarte sino para verte, que son dos cosas muy distintas.
En la auto observación las cosas no son malas o buenas, correctas o incorrectas, bonitas, feas o regulares, altas, bajas, solo son. Las emociones son alegría, rabia, tristeza, miedo y amor, no son rabia mala, alegría buena, solo son.
Esto nos permite ser auténticos, ya que podemos sincerarnos, preguntarnos sin miedo a la respuesta, porque esa respuesta no tiene calificativos, solamente es lo que es. No hará daño a nadie, solamente la estamos observando, estamos siendo.
Es momento de hacernos las preguntas: ¿qué necesidades tengo? ¿Qué me es importante?
Tengo la necesidad de una pareja, de vivir solo, de encontrar una pasión, de comer algo rico, de cuidar mejor mi cuerpo, de no hablar con nadie y tomarme el día, de cumplir promesas, de pedir ayuda.
Si no hacemos esto, no tendremos la consciencia de saber quiénes somos, ni mucho menos de qué merecemos.
Cuando no recibes lo que mereces, puede ser: 1. No te hayas sincerado contigo, con quién eres y aceptado qué necesitas, qué te es importante recibir y 2. Probablemente no hayas concientizado cómo tú mismo te has dado o limitado de eso que crees merecer.
Y es que al descubrir que de verdad quiero ese vaso con agua, aunado al apoyo del Universo y de lo que me ha proporcionado, mi frase termina siendo «Lo merezco, me permito recibirlo»
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