Hace unos días me compartieron un video en donde se narra el por qué la langosta crece. Describe cómo ella cuando siente incomodidad, elige resguardarse para quitarse su caparazón y construir uno nuevo. Eso se repite varias veces durante su vida, pero lo que se resalta en la historia, es el hecho que ella tiene que sentirse incómoda para crecer.
Nosotros los humanos también sentimos muchas incomodidades. Pero a diferencia de la langosta, casi siempre elegimos permanecer en ellas. Aún no hemos desarrollado la consciencia suficiente, para darnos cuenta que eso que nos hace sentir mal, nos está indicando que es hora de moverse para crear un mejor entorno.
Puede que sea por nuestras creencias o la falta de confianza en nosotros mismos. Lo cierto es que decidimos la parálisis más allá del dolor de permanecer anclados en la misma situación. Nadie quiere dar el primer paso y quienes se atreven, son tildados de locos, autoritarios o rebeldes.
Dejar ir también es un proceso porque aún no estamos preparados. Tenemos la mente en el pasado o el futuro, pero muy poco en el presente, que es donde ocurre todo. Es común pensar que si sueltas te estás perdiendo de algo o deshonrando a alguien. El temor para hacerlo proviene porque si te despojas de lo que cargas, entonces ¿Quién eres?
Lo único que existe es el ahora
No eres tu historia, ni tu circunstancia, ni lo que tienes. Eres tu esencia, lo que compartes, quien decides ser. Así que es momento de hacer limpieza interior y evaluar eso que llevas contigo primero, te hace feliz y segundo, es útil en tu presente. Si tienes una respuesta afirmativa para esto, entonces te pertenece, sea lo que sea que estés considerando.
De lo contrario es hora de soltar desde el agradecimiento y la conciencia de que mereces evolucionar. Hay que soltar lastres para volar más alto, por lo que lo mejor que puedes hacer por ti es encontrar la forma de estar mejor.
La intención es viajar ligero por muchas razones. Primero porque puedes ir más rápido y eres más ágil ante cualquier evento. Segundo, porque llegarás más lejos y tercero porque siempre tendrás espacio para lo nuevo en tu vida. Haz circular tu espacio, conviértelo en un proceso de dar y recibir al universo.
Dejar ir también es amar, empezando contigo mismo. Es preservar lo importante y no gastar energía en lo que ya no es. Te permite fijar atención en el presente, mientras construyes lo que deseas. Te conecta con quien de verdad eres y te pone al servicio de todo aquel que acepte recibir tus bondades. Dejar ir representa crecer.
En ti ya están las herramientas necesarias para soltar, activa tu liderazgo interior y aprende a utilizarlas. Desarróllate desde tu ser, sentir para saber servir.
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