¿Te has preguntado alguna vez qué significa para ti la palabra «bienestar»?
Parece fácil, ¿verdad? Solo tenemos que dividir la palabra en dos partes y darle la vuelta: «estar bien».
¡Genial!
Ahora, ¿te has preguntado alguna vez qué significa «estar bien»? ¿Qué es para ti «estar bien»? ¿Y sobre todo, cómo conseguirlo?
Estoy segura de que es una palabra que usas mucho. Demasiado diría yo, pues la usamos incluso cuando no estamos bien.
Cuando nos encontramos o hablamos con alguien conocido, un amigo o un familiar suele empezar intercambiando tres frases que son:
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Y tú?
-Bien, gracias.
Si te das cuenta, «bien» no significa NADA. Porque puedes estar bien tranquilo, bien enfadado, bien alegre, bien cansado o bien deprimido.
Esta coletilla que solo sirve para romper el hielo, la decimos sin pensar, pero lo peor es que muchas veces nos la creemos si indagamos más allá.
A menos que seas mi cliente de coaching o un amigo o un familiar muy querido, si me dices que estás bien, creeré que es cierto. No tendré ninguna necesidad ni deseo de saber si es verdad o no. A menos que te vea con muy mala cara. O sea muy evidente que no estás bien o me sepa mal no preguntarte.
Mi interés también dependerá del tiempo que tenga para escucharte. Tristemente vamos así por la vida. O del miedo que tenga a que se despierten mis emociones cuando te escuche.
En el otro lado, cuando soy yo quien te digo que estoy «bien», de alguna forma inconsciente estoy desconectando de lo que realmente siento. Porque creo que no puedo ir por la vida con mis sentimientos a flor de piel. O no quiero que nadie me pregunte. Quizás pienso que bastante tiene la gente con su vida como para molestarle yo con mis problemas.
Además, pensamos que las emociones (sobre todo las mal llamadas «emociones negativas») nos entorpecen a la hora de conseguir nuestros objetivos. Por eso si estoy triste o deprimido creo que tengo que esconderlo. Buscar algo que me distraiga, me motive o me ponga en acción.
¿Dónde buscas tu bienestar?
Y así vamos buscando actividades, personas o situaciones que nos alegren el día. Que nos generen bienestar para no conectar con lo que realmente llevamos dentro y tal vez no nos gusta o nos duele.
El problema es que así funcionamos, podríamos decir, las 24 horas del día. Creyendo que estamos bien. Escondiendo y tragando nuestras emociones cuando ni siquiera nos hemos parado a observarnos y sentirnos.
Lo que sucede es que nadie nos enseñó a gestionar nuestras emociones. Aprendimos a desconectarnos porque pensamos que si le doy atención a lo que siento viviré amargado, me dolerá mucho y no podré avanzar o cumplir con mis responsabilidades diarias.
Pero si yo no estoy bien, porque estoy triste, estresado, deprimido o enfadado, lo único que consigo escondiendo esas emociones es que se vayan acumulando. Que yo reaccione de manera exagerada en momentos inadecuados sin poder evitarlo. O que aparezca alguna enfermedad en mi cuerpo.
Además, debes saber que si no trabajas primero con las emociones que te incomodan o te duelen, tampoco podrás sentir de forma intensa las emociones que sí te agradan. Como la paz, la tranquilidad, la alegría, etc.
Por eso buscar actividades o personas para animarnos o sentir bienestar es un gran error. Porque cuando dejas de hacer esa actividad o ya no estás con esa persona, vuelves a sentir lo que estabas sintiendo antes.
Así es que la pregunta de reflexión que te dejo es:
¿Dónde buscas tu bienestar? ¿Dentro o fuera de ti?