Para mí el compromiso es el puente entre lo que decides hacer y lo que realmente haces. Muchas veces este puente está roto permanentemente y esto se debe a problemas de comunicación con nosotros mismos. Existe la tendencia de establecer metas muy elevadas que pocas veces cumplimos porque resultan muy difíciles de lograr.
¿Esto quiere decir que nunca vas a superar un reto?
No, significa que tienes que prepararte para lograrlo. Es usual asociar el compromiso con obligaciones, las cuales llamamos responsabilidades. Pero la responsabilidad es la capacidad de hacerte cargo de lo que es importante para ti. No se impone, se elige. Esta es una perspectiva muy interesante que te invita a no sentir el compromiso como una carga. Más bien como la oportunidad de obtener resultados deseados.
Cada vez que te planteas una meta y la dejas pendiente estás socavando tu autoestima. Se hace frecuente un dialogo interior despectivo. Te dices frases como: «no me esfuerzo lo suficiente»; «nunca termino nada de lo que empiezo» o «soy un bueno para nada». Hablarte así no hará que las cosas sean diferentes, al contrario te hundirá cada vez más en el mismo comportamiento.
Hacer del compromiso un puente sólido es un trabajo de conciencia. Cada día somos distintos, es decir, todo lo que sucede, pensamos y sentimos se percibe diferente. Lejos de ser un obstáculo es una maravillosa oportunidad de vivir en el presente. Esto quiere decir que gracias a esta característica cada día es único y valida la perspectiva de que solo tenemos el momento presente.
Compromiso contigo
La conciencia hay que nutrirla y renovarla cada día. Sé que muchas personas quisieran un botón que les permitiera vivir en automático. Pero ninguna persona satisfecha con su vida usa esta opción. Todo es un eterno fluir, ciclos infinitos de creación y transformación. Querer que todo sea plano posiblemente haría del aburrimiento una causa de muerte.
Cuando te propongas alguna meta, a menos que seas alguien con una gran conexión consigo mismo, elije lo simple. Menos es mejor porque incrementa la posibilidad de alcanzar lo que quieres. Deja a un lado la creencia que solo vale aquello que es difícil. Por elegir metas sencillas no te vas a convertir en alguien mediocre, al contrario, estarás garantizando poder hacer cada día lo necesario y es allí donde la grandeza se hace presente.
Lo extraordinario no está en un plan ambicioso sino en que logres completar cada día las tareas que aporten beneficio en tu vida. En la medida que tus resultados sean tangibles por muy pequeños que sean, un lenguaje de éxito se generará en ti. Hoy revisa lo que te planteas, desde qué perspectiva lo eliges y nunca dudes quedarte con lo que te aporte mayor beneficio, eso es tener un buen vivir.
Hasta la próxima reflexión.