Este es el título de una de las conferencias que impartimos en Armonía Financiera. Proviene de frases que escuchamos en las personas cuando les preguntan por sus sueños. Actualmente, las personas ponen sus sueños al servicio de su dinero. Como un niño esperando el permiso de un padre represivo. La creencia es que cuando todo y todos estén bien, entonces habrá espacio para los sueños. Esto conlleva a las personas a vivir la vida como un castigo.
Este tema viene de muchas de las programaciones que tenemos alrededor del dinero como un sustituto paternal. Vamos a revisar los 3 mensajes más limitantes que hemos escuchado, y que nos han hecho poner el sueño al servicio del dinero. Además aprenderás cómo corregir el mensaje para poner el dinero al servicio de los sueños. Comencemos.
Hay Dinero para Eso
Para sorpresa de muchos, los niños tienen consciencia del dinero a los 4 años. Esto implica que pueden comprender la función del dinero en sus vidas e identificar el valor de las cosas. El problema está cuando nosotros cambiamos razones por imposiciones, y sólo les decimos «no hay dinero para eso».
Así crecemos sin tener capacidad de asociar los deseos con la posibilidad de obtenerlo. Carecemos de creatividad para negociar, para juntar dinero, para recaudar fondos para nuestros sueños. Maravillosamente, esto es algo que sólo me toca trabajarlo con personas mayores de 30 años. Las generaciones de relevo ya están aprendiendo que, cuando de sueños se trata, para eso sí puede haber dinero. Sobre todo cuando es un sueño compartido con otros miles de personas.
Pero, si tú creciste con la creencia de que no hay para los sueños, te sugiero que te detengas. Pregúntate a quién beneficiaría tu sueño, además de ti, y qué personas apoyarían ese sueño. No se trata de ir a mendigar, se trata de exponerlo abiertamente y dejar que cada quien se apunte. Verás que hay mucho dinero disponible para tu sueño.
¿Cuánto Cuesta tu Sueño?
Cuando aprendimos que para los sueños no hay dinero, dejamos de averiguar cuánto cuestan. Muchas personas hoy día quisieran viajar a lugares especiales, o vivir experiencias únicas. Pero no lo logran porque el ingrediente básico de dimensión en el mundo material lo desconocen: la cantidad de dinero requerida para lograrlo.
Si de niños aprendiéramos a sacar las cuentas de nuestros sueños, con seguridad haríamos realidad aquello que tanto deseamos. El motivo básico es porque comenzaríamos a darnos cuenta que, cada vez que compramos algo que no necesitamos, ese dinero pudiera sumar a nuestro sueño. Empezamos a decidir en función a nuestro sueño, y no para satisfacer vacíos personales o necesidades basadas en emociones transitorias.
Hacer de nuestro sueño la moneda de transacción, cambiaría todo nuestro esquema de valor material. Aprender a poner el dinero al servicio de nuestros sueños, nos permitirá elegir con mayor claridad lo que queremos hoy, y nos daría elementos sustentables para decirle a nuestros hijos que ellos también pueden llegar tan lejos como lo deseen.