No sé tú, pero estoy cansada de la supuesta relación entre el orden de mi casa y mi vida. Puede que sea cierto. No obstante, pensar de esta manera no me trae ni mejoras, ni paz.
Reflexionando acerca del significado del orden, me encuentro relacionándolo con la tranquilidad. Durante todo el proceso, el antes y el después. No solamente cuando todo esté en su lugar.
Según la Real Academia Española (RAE), el orden es la colocación de las cosas en el lugar que les corresponde. También es la regla o modo que se observa para hacer las cosas.
¿Y quién dicta las normas? Las tendencias sociales. Pero, en lo personal, no me agrada la idea que otro me diga qué está bien o qué está mal en mi vida.
A fin de cuentas, soy quien tendrá la responsabilidad de mis decisiones. Así que prefiero guiarme por lo que me hace sentir paz y no por lo que me diga alguien más.
Mi orden, mi paz
Y muestro este enfoque debido a lo violento que lo percibo. Es decir, presionarme para ajustarme a lo que dicta la tendencia es irrespeto a mi ser. Solo si lo que me satisface coincide con lo que se propone, entonces es un bien hacer.
No nos damos cuenta de las agresiones sutiles que nos acompañan. Compararnos con otros, obligarnos a lograr ciertas metas. Creo con convicción que somos libres de encontrar el significado que nos impulse a ser felices.
Es por esto que mi definición del orden es sensorial. Pues me he dado cuenta que mientras más me exijo, menos hago. Y sé que es algo que le pasa a muchos.
Así que no es un acto para contradecir a la sociedad. Más bien, tiene que ver con escuchar mi sentir y ajustar mis rutinas a lo que me colme de tranquilidad.
Ya sea que implique mucha actividad o no hacer nada. Según sea el contexto.
Regálate unos minutos para chequear qué significa el orden en tu vida. Cómo lo logras y qué te hace sentir. Sobre todo, nota qué tanto te acerca al disfrute. Sin importar como el orden se manifieste en tu existencia, sé feliz. Hasta un próximo encuentro.
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