Guy era un australiano desgarbado y con cabello rizado. Había decidido dejar su país y su puesto bien remunerado para viajar por el mundo. En los pocos minutos que habíamos conversado me había contado su historia con gran emoción.
Con tan solo una mochila y sus ganas de explorar lo conocí allí en la Plaza Mayor de España. En aquella época, hace más o menos 15 años. Yo había acabado de terminar mi master en marketing. Por supuesto ,estaba convencida de conocer el verdadero orden de la vida.
Su historia me pareció increíble. Lo vi como un joven loco, sin muchos recursos y sin rumbo. Recuerdo que en aquel entonces no se hablaba de los nómadas digitales. Ni de las personas que renunciaban a sus trabajos tradicionales para seguir su corazón. Mucho menos de quienes había decidido darse una oportunidad para vivir tal y como su corazón les dictaba. Para mí, Guy tenía una vida desordenada, sin rumbo y que, según los estándares de la sociedad. Iba a terminar siendo su mayor arrepentimiento.
La verdad es que años después descubriría que aquel joven en sus treintas había avanzado “años luz”. Y aquí llega la pregunta: ¿Cuántas veces escuchaste a los adultos en tu familia, a tus profes del cole, o a tus jefes hablar de “poner orden en tu vida?
La verdad estas palabras las escuche muchísimas veces, pero no adquirieron un verdadero valor hasta haberme puesto en la tarea de “poner orden” en mi vida de adentro hacia afuera.
Por años vivimos supeditados al orden ajeno. Sí, a lo que las circunstancias externas nos llevan a creer, a paradigmas y necesidades que no son nuestras. La mayoría de las personas que he conocido aplican la idea del orden en su vida basados en lo que han impuesto en ellos. Me refiero a las prioridades o urgencias que muchos, con el pasar de los años, descubrimos que no nos pertenecen.
Poner orden en mi vida
Para mí siempre fue importante poner orden en mi vida, lo único que ha cambiado con el paso de los años, es que comprendí que poner orden se refiere a parámetros muy distintos a aquellos con los cuales operé por años. A medida que vives ves que los parámetros cambian porque después de aplicar orden en tu vida de acuerdo a lo que piensas que es la norma y la sociedad, tu vida continua caótica. Todavía hay algo que no se siente bien…Algo que no cuadra.
Esto sucede porque poner orden significa organizarte de acuerdo a lo que sientes, validando la autenticidad de tus sentimientos, para que se refleje en tu mundo externo.
Una vez comprendí esta manera de operar, recordé a ese joven australiano que había conocido en España y que ahora me parecía tan coherente y organizado. El, sin duda, había decidido poner orden a su vida dejando su trabajo y escuchando su corazón, sin importar lo que los demás o las normas de la época mandaran.
Es hora de validar lo que sientes para darle prioridad. Como ves la coherencia entre el corazón y la razón es el orden prioritario en la vida, que hoy en día muchos comienzan a descubrir.