Cuando se trata de crear un negocio, se tocarán muchas puertas donde unas se abrirán y otras se cerrarán. Al posicionar un producto o servicio, los especialistas en marketing americanos utilizan la frase “fake it until you make it” (fingir hasta lograrlo). Hoy hablaremos de la deshonestidad frente a posibles clientes y el efecto adverso que crea en tu realidad esa frase.
Fingir: la mentira y la apariencia como negocio
En mi experiencia con emprendedores y empresarios, observo con claridad el daño que hace en la imagen de la persona, el uso de mentiras como estrategia de negocios. Las personas tienen la idea de que una mentira aquí y otra allá no hacen daño a nadie. Pero, el problema viene cuando en este mundo interconectado los mentidos se van conociendo por casualidad, y terminan hablando del mentiroso en común.
Hay personas que tienen un miedo enorme de ser rechazados, y aprenden que la honestidad es una desventaja. Estas mismas son las personas que luego se crean un alter ego, una imagen prefabricada (un disfraz) y se inventan una vida de mentira. ¿Qué logran? Justo lo que mendigan, reconocimiento, pero siguen sabiendo que todo es falso porque podrán mentirle a todos, pero no a sí mismos.
La manipulación es el arte de sacar ventaja del otro para provecho personal. Son muchísimos los libros, gurúes y cursos que te enseñan a manipular la mente de las personas para lograr lo que argumentan “es lo mejor para ellos”. Estas personas que han utilizado la lingüística para obtener beneficios, luego terminan creando una aldea de ciegos donde éste es el rey tuerto con careta. ¿Realmente puede dar satisfacción personal un tipo de negocio de autómatas dirigidos por un mendigo emocional? ¿Cuánto avance puede lograrse en tan deprimente espacio? ¿Cuánto progreso se puede obtener al fingir lo que no se es?
Sentirnos impostores y mentir no es lo mismo
Algo muy diferente a vivir de una mentira, es lo que se conoce como síndrome del impostor. Este síndrome afecta a las personas incapaces de disfrutar el fruto de sus propios logros, al considerar que no lo merecen.
Síndrome del impostor es lo que le sucede al doctor en biomedicina que no se siente seguro en un escenario para hablar de lo que él considera que no es tan importante, o lo que le sucede a quien lleva años preparándose para sacar adelante su negocio pero aún duda si acepta la invitación a un evento de networking empresarial.
Este síndrome se manifiesta en quienes no han aprendido a reconocer sus logros o que han crecido en entornos muy estrictos donde la excelencia era lo único aceptable. Estas personas requieren de un apoyo emocional para aprender a aceptar su grandeza y celebrarla, sin culpas ni modestias.
La honestidad es la llave que abre puertas
La honestidad es la congruencia de actuar como se piensa y se siente, es ser transparente y auténtico. Para quienes abogamos por un mundo sin superficialidades ni apariencias falsas, este es el camino a seguir.
Cuando utilizamos lo externo para convencernos de que valemos, podemos y somos queridos, vivimos en privado el vacío que la apariencia da. Cuando aprendemos a reconocer las caretas y nos sentamos ante el vulnerable pero poderoso trabajo de buscarnos en la profundidad de nuestro ser, ya lo externo deja de tener peso, no hay nada que fingir y mucha paz personal.
He visto con mis propios ojos como el llanto imparable de alguien que se confiesa deshonesto le ha permitido sanar sus propias heridas con las que ha cargado toda su vida, y desde ahí darse el permiso de ser quien realmente es. Esas mismas personas son las que luego hacen un mínimo comentario en un post o en una entrevista, y genera una resonancia poderosa en la gente a kilómetros de distancia.
Cuando tenemos un negocio, debemos estar muy alertas a las recomendaciones que recibimos de los expertos. Recuerda que si alguien te dice que debes fingir hasta lograrlo, es porque esa persona que tienes al frente no es auténtica. Sirve desde quién eres y con lo que tienes, sea poco o sea mucho, porque es lo suficiente que Dios pone en tus manos para el trabajo que te toca realizar en este momento.
Suelta la necesidad de encajar, para que brilles con luz propia.
Ver también Tu mayor Poder: saber que puedes