La mujer fue entrenada para subestimarse a sí misma. Para sobrevivir dormida y, de esa manera, convertirse en enemiga de la mujer.
Fue entrenada para traicionarse, para pasar por la vida sin darse cuenta lo que suponía estar viva. Entrenada para garantizar el consumismo, para ser profundamente superficial. También para reprimirse en nombre de la buena educación. Sin darse cuenta que la mujer sumisa es un mal ejemplo para las demás.
La mujer despierta
La mujer despierta está completa. No, no se trata de ser perfecta, pero es imprescindible haberse despertado. Y, a continuación, iniciarse en el aprendizaje de que no se nace mujer. Esta condición es consecuencia de un riguroso y placentero trabajo interior. Partiendo de la premisa que lo mejor que puedes hacer por ti es despertarte. Luego, aprender a vivir y graduarte de la hija de la vida. Para así garantizar esa soberanía existencial que a su vez te mantenga irremediablemente despierta, alerta y serena como felina dispuesta solamente a todo.
Una mujer despierta tiene energía de reserva para seguir adelante. Aprendiendo y disfrutando, incluso en la adversidad. Posee una llamativa autosuficiencia emocional, sabe que nadie la dará la felicidad, salvo ella misma. Sabe también que su dignidad le da la escala humana, que su vida será lo que ella decida hacer con ella. Nada está predeterminado ni inmodificable, porque la vida es movimiento y cambio permanente.
Sabe que tiene derechos y deberes. Está consciente del deber existencial de aprender a vivir bien. Que este comienza aprendiendo a respetarse a sí misma. A valorar las oportunidades e identificar sus potencialidades, herramientas para trabajar la misión que trae y garantizar su evolución de conciencia.
Despertar o no despertar, esa es la primera cuestión que toda mujer precisa responder.
¿Sabías que tu vida está en tus manos, que no existe nadie ahí arriba decidiendo por ti?
¿Sabías que te regalaron en tu visita a la tierra un libre albedrío que precisas aprender a gerenciar con lucidez?
Si es necesario, comienza descartando al autómata que sembraron en ti. Recuerda que quien no evoluciona, involuciona. Retrocediendo hasta niveles animales y pre-humanos donde solo se vive al ataque o a la defensiva. En un contexto de estrés que pretende garantizar la supervivencia.
Ocurre sin embargo que la felicidad es patrimonio exclusivo de la vida, que no es posible sobrevivir y ser felices al mismo tiempo, porque la supervivencia no es vida, sino lo que precede a ella y en la cual solo precisamos hacer una breve escala técnica.
La vida de la gente dormida no es vida, es mera supervivencia.
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