Te voy a contar una historia. Es de una mujer que acaba de convertirse por segunda vez en madre. Un día ella junto con su maestra espiritual, trabajaban en algo que la inquietaba. Y era qué desde que era madre sentía que su casa, sus espacios y su vida eran un desorden.
Cosas arrinconadas por varias partes del hogar. Juguetes por la sala, dormitorios, cocina y la lavandería, ropa por doblar o pendiente de planchar. Libros esparcidos a media lectura y sin acabar desde hacía varios meses. Platos y utensilios de cocina pendientes por lavar o recoger del día anterior. El automóvil que parecía un parque infantil durante una fiesta. Entre migas de comida, juguetes, ropa y un arsenal de cosas que según ella eran necesarias por si se presentaba cualquier emergencia (toallitas húmedas, papel higiénico, kit de primeros auxilios, mantas, pelotas de futbol o básquet, bolsitas para el vómito, entre otras cosas). Sumado a esto la familia a muchos kilómetros de distancia. Ella se sentía sola y en ocasiones desbordada por el caos.
Su maestra le sugirió trabajar en el concepto de orden. Sí, orden como concepto, para profundizar y desvelar que era lo que realmente la inquietaba. Le sugirió qué cuando llegara un pensamiento en referencia al tema, lo sintiera. Experimentara en que parte del cuerpo lo sentía. ¿Cuáles eran los pensamientos que surgían y desde que perspectiva venían? ¿Era algo en referencia a algún comentario en la niñez? O quizás, ¿un juicio que se auto imponía o decía? Simplemente primero pensar el concepto y luego experimentarlo.
Pasaron varios días, quizás un par de meses mientras ponía en práctica las sugerencias de su maestra y profundizaba en el orden. Sin darse cuenta comenzó a sentir que durante mucho tiempo se había relacionado con una definición errónea. Empezó a experimentar primero en su propio cuerpo como existía un orden natural en todo. Primero en la respiración, algo tan sencillo como tomar aire, hacer una ligera pausa y luego exhalar y otra ligera pausa. Cómo existía un orden perfecto en el funcionamiento de sus órganos y su corporalidad. En sus movimientos al realizar cualquier tarea o acción física. Cómo la adaptación en cada nuevo día que vivía hacia llevarla al caos y luego al orden. Entonces, ¡Eureka! tuvo un momento de lucidez.
La rebeldía hacia el orden
Mientras se duchaba y el agua recorría su cuerpo se dio cuenta que, tenía una rebeldía con el orden.
Se dio cuenta que todo el caos en el que estaba inmersa era producto de eso. Le escribió a su maestra diciendo: “Me di cuenta que tenía una gran rebeldía, que realmente todo está en su sitio. En el hogar está todo recogido y que simplemente hay niños y mi vida está llena de vida. También el sentimiento, era producto justamente de la rebeldía de lo que los demás esperaban y pensaban de mí. Una adulta profesional que siempre fue pulcra. Con un grado de perfección tan alto que rozaba la antipatía. He comprendido que buscaba algo que simplemente ya soy. Necesitaba el caos para integrar la nueva mujer que estoy siendo”.
¿Te es familiar esta historia? Puede ser la historia de cualquier persona que en el algún momento de su vida ha sentido que estaba en un caos.
Podemos ver, oír, sentir y experimentar el orden en todo lo que nos rodea. Y en lo que ya somos puesto que existe un orden divino en cada cosa, en cada acción y en cada momento vital de nuestras vidas. Piénsalo y recuérdalo siempre que puedas, tú eres orden.