Vamos a conocer la meditación profunda del ser. Para ello, quiero que imagines, un momento en el que hayas estado en la naturaleza. Donde estuvieras captando con tus sentidos ese instante durante tu encuentro con lo natural.
Recuerda, ¿Cómo fue ese momento? ¿Observabas pensando en algún otro momento? O simplemente estabas percibiendo ese instante. ¿Te interesaba cada detalle en el sitio donde te encontrabas?
De esto se trata la contemplación. Es cuando eres capaz de percibir un instante sin pensar en cómo te gustaría que fuera.
Ahora me gustaría que hicieras un ejercicio. Puedes hacer una pausa en esta lectura para buscar una vela. Enciéndela, colócate delante de ella sin más, sin música ni distracciones. O puedes imaginar todo lo que te estoy describiendo.
Permítete entrar en un momento de observación. Capta con todos los sentidos, y siente el latido de tu corazón. Percibe tu propia respiración. En ese instante te vas a dar cuenta como entras en un estado meditativo en acción justamente desde el proceso de la contemplación.
Fíjate entonces cómo has entrado en la contemplación. Siendo capaz de percibir el latido de tu corazón y el ritmo de tu respiración. Percibiendo sin juicios, ni creencias lo que está pasando delante de ti. Siendo completamente consciente del instante vivido.
Meditación profunda
El séptimo de los ocho pasos de yoga de Patanjali es Dhyana o la meditación profunda. Es un estado de introspección profunda, en el cual los pensamientos callan. Se recorre desde lo exterior, las sensaciones, las emociones. También el cuerpo, los latidos, las imágenes y los pensamientos hasta llegar a la parte profunda del Ser.
Desde el yoga, uno de los desafíos más grandes es poder meditar en calma y en quietud, en la posición que adoptes. Por eso una de las propuestas a la que siempre recurrimos es a la contemplación. Porque justamente cuando observamos, miramos sin juicios y sin creencias. Observando detenidamente en silencio, aquello que está delante de nuestros ojos. Se es capaz de disfrutar la belleza de lo que se tiene delante. Sin necesidad de poseer, retener ni desear que fuera de otra forma o manera. Porque tal como está ocurriendo o tal como es, es perfecto.
Quien contempla, “observa, escucha, toca, huele, mira, degusta de manera distinta”.
En el momento quedan olvidadas todas las memorias acerca de lo que observas. Puedes tener una imagen más pura, la esencia de lo que percibes.
¿Cómo cultivar un estado de contemplación?
1. Realiza caminatas cortas por la naturaleza. De manera pausada y calmada, sintiendo como pisas el suelo y si puedes hacerlo sin calzado sería fabuloso.
2. Observa un amanecer o atardecer, sin esperar, ni desear nada. Eso sí, con plena consciencia de todos tus sentidos.
3. Si estas en presencia de un bebé o una criatura pequeña, observa con curiosidad y déjate sorprender.
4. La próxima vez que te comas una fruta, hazlo como si fuera la primera vez. Imagina que tienes en tus manos una manzana, tócala, muérdela, saboréala, como si fuera la primera vez, te sorprenderás. Haz esto cada vez que puedas con los alimentos.
Contemplar va más allá de observar o mirar, es estar en presencia, en estado puro, en esencia.
Ysabel Viloria
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