En mis primeras lecciones acerca de historia económica en la universidad, hablábamos de los tres niveles de producción: agricultura, industria y servicios. Aparecieron en el orden mencionado, porque atienden a la forma como nos hemos relacionado con el entorno. El desarrollo de los países tiene mucho que ver con la comprensión de este tema. Los servicios son casi “el ganso de los huevos de oro”. Pero más allá de las teorías económicas, aquí hablaremos de los motivos energéticos que hacen que el servicio sea tan rentable.
La Humanización en la transacción
El primer motivo tiene que ver con la manera como se han creado las relaciones comerciales. En la agricultura, tenemos una relación productiva con la tierra, donde las decisiones dependen de la naturaleza. La industria, muestra una relación con las máquinas y las decisiones son mentales. En los servicios tenemos una relación con otros humanos y las decisiones son emocionales. Es en éste último donde, al hacernos consciente de ello, tendremos negocios cada vez más rentables.
La comprensión de lo que ofrecemos
Tanto la era feudal como la era industrial se caracterizaron por la realización de actividades productivas en cadena. Donde una persona en particular desconocía el efecto de su trabajo en la vida de otras personas. Lo intuía, pero no lo sentía. El mundo de los servicios crea esa relación entre seres emocionales. El que sirve puede ver con claridad el valor de lo que aporta a la vida del cliente. Le da luego la capacidad de ofrecer más de lo que se valora, y menos de aquello que no.
El Fin del desperdicio en el proceso
Supongamos que, en lugar de abrir un negocio relacionado con el servicio, abres una fábrica de calzados. Por mucho que estimes y realices proyecciones, siempre va a haber una brecha entre lo que planifiques y lo que se ejecute. Incluso, en el uso de los recursos vas a tener partes de insumos que no vas a poder reutilizar. Así que contabilizarás estos desperdicios como parte del costo de producción. En el mundo de los servicios, no existe más desperdicio que el tiempo. Es decir, que no se atenta contra la naturaleza ni se generan desechos. No cargas a tus clientes el costo de las ineficiencias, porque realmente no las hay.
El costo variable baja a casi cero
Esta última característica apenas estamos viéndola en esta era digital. Cuando ofrecemos un servicio a una persona, utilizamos una cantidad específica de tiempo. Creando una relación lineal entre servicio e ingreso. Actualmente, se puede realizar una acción una sola vez, y ofrecerse millones de veces al mismo tiempo. Eso hace que ciertos servicios tenga costos variables prácticamente en cero (imagínate por ejemplo una clase de manualidades vía Facebook Live, donde la transmisión tiene un costo bajísimo). Y por ende las ganancias del servicio prestado tiendan a infinito, con un límite actual de exposición a 7 mil millones de personas (¡y creciendo!).
Pero ¿Quién está aprovechando las ventajas de servir?
Parte del boom de nuevas profesiones como el coaching están tomando ventajas de estas características de rentabilidad en la industria de los servicios, sin contar que generan una gran satisfacción para quienes lo ofrecen. Servir, hoy más que nunca es crear riqueza consciente.