A lo largo de nuestra vida se presenta alguna oportunidad laboral. Tal vez traerán consigo crecimiento y aprendizajes y otras, aunque pudieran parecerlo no lo van a ser. Por ello, es importante que como profesionistas aprendamos a diferenciar lo que es una verdadera oportunidad de la que no lo es.
El que una empresa o futuro cliente venga con una propuesta de trabajo, no significa que solo por eso debamos tomarla. Esto también aplica aun cuando tengamos alguna situación económica que solventar. Porque muchas veces podemos llegar a tener la falsa creencia de que como necesitamos dinero, entonces tenemos que estar dispuestos a aceptar un empleo que no nos convence o a un cliente que es hostil en su trato.
En mi experiencia sale muy caro el no saber decir: gracias, pero no. Porque, aunque tienes un empleo, ingresos y puedes solventar tus pagos, terminamos pagándolo con nuestra autoestima. También, sintiéndonos inseguros de lo que hacemos y somos. Amargados por hacer algo que no nos apasiona o por soportar un ambiente de trabajo tóxico.
Y al aceptar clientes, solo por dinero pasa lo mismo. Terminamos desgastados y muchas veces hasta nuestro equipo de trabajo paga las consecuencias al trabajar con un mal cliente. El cual solo exige sin dar de la misma forma en que pide.
Comprendamos que no todo lo que toque a nuestra puerta significa una oportunidad. Tenemos que evaluarla, conocerla y conectar con nuestra intuición (es importante que aprendamos a escucharla y a creer en ella), porque muchas veces sentimos que algo no está bien, aunque suena como una gran oportunidad, hay algo que por alguna razón no nos convence y en lugar de escucharla, la hacemos a un lado y ahí es cuando vivimos experiencias que no son tan gratas.
¿Cómo puedes diferenciar una oportunidad laboral de la que no lo es?
Es importante que siempre tengas una mentalidad abierta a escuchar y recibir nuevas oportunidades. Aunque al principio no te parezca del todo la oferta siempre escúchala. Recuerda, al final el que tiene la última palabra eres tú, siempre tienes la opción de retractarte y decir no.
Segundo, analiza:
- ¿Cómo te sientes en el proceso? Ya sea conversando con ese futuro cliente o en el proceso de selección. ¿Se muestra respetuoso contigo y en su trato?, ¿Percibes que valora tu tiempo y lo que haces?
- ¿Te motiva el proyecto? Es decir, te entusiasma la idea de trabajar para esa compañía o con ese cliente o ¿La realidad es que no?
- Cuándo conversas con ellos, ¿Te sientes bien o hay algo dentro de ti que te dice que no está bien?
En ocasiones nos podemos tildar de que estamos exagerando. Aunque por experiencia te puedo decir que nuestra intuición nunca se equivoca. Si tú sientes que algo no está bien, es porque tienes razón.
Tercero, en una verdadera oportunidad todo fluye. Las cosas se te dan de forma fácil y sin tantas complicaciones. De alguna forma pareciera que se abre un camino delante de ti, lleno de posibilidades y crecimiento.
Como ejercicio te recomiendo que recuerdes, ¿Qué situación has vivido en las que hayas sentido que algo no iba bien y aun así decidiste continuar?, ¿Cómo te sentías?, ¿Cómo se sentía tu cuerpo ante esta oportunidad?, ¿Qué conversación tenías contigo mismo? porque ahí está la respuesta, solo tienes que aprender a escucharla y a identificar como se siente dentro de ti. Una oportunidad laboral es aquella que te aporte crecimiento, bienestar y prosperidad. Recuérdalo.
Izcaret García Flores
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