piloto automático

Desarmando el Piloto Automático

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Desde temprano estuve pensando la situación actual del planeta. Me encuentro en una montaña, en otro tiempo sagrado. Me preocupa lo que veo, la prueba es innegable, los infelices han colonizado el mundo, hasta parece normal lo anormal. No acepto el conformismo ni la resignación. Quiero tocar la piel de la plenitud con mis manos, divulgar las claves de la existencia, interponer objeciones a esta civilización que nos prefiere dormidos. Quiero desarmar el piloto automático.

Salgo a la calle, no sé si saco a los perros o ellos me sacan a mí. Me cruzo con un vecino, su mirada perdida, su vacío indisimulable. Otra vecina trasporta un racimo de angustia, comienza el día y ya parece cansada. Igual que un adolescente que arrastra su cuerpo mientras mira la pantalla de su teléfono.

Definitivamente vivir no es sobrevivir. Es más, quienes optan por resignarse a la supervivencia recomendada terminan negándose a la posibilidad de descubrir la vida y sus encantos. La supervivencia cuestionada se caracteriza por una mediocridad existencia. También por una infelicidad crónica. Se le sumar una rutina asfixiante a la cual, sorprendentemente, la persona se ha adaptado con ayuda de la educación oficial y la religión. Esta le promete felicidad en el más allá, a cambio de un estoico sufrimiento aquí.

La diferencia entre un poste y un árbol es que este último crece mientras que el otro permanece inmóvil. A los sobrevivientes les parece normal estudiar lo que no sirve, para trabajar en lo que detestan y con el salario obtenido comprar lo que no necesitan. Les parece normal vivir así. Ven que el amigo, el vecino y el pariente viven de la misma manera.

Vivir no es sobrevivir

 

La sobrevivencia incluye estrés y una felicidad ficticia, anclada a circunstancias o personas. Incluye además el anhelo de un trabajo de por vida. Una especie de cadena perpetua laboral que lo celebra al conseguirlo, soñando con la libertad el día de su jubilación. La mitad de los supervivientes jamás llegarán a jubilarse. Se marcharán con ganas de tantas cosas que amaban sin encontrar nunca el valor o las condiciones para realizarlos.

Sobrevivir es pescar desde la orilla, evitando rigurosamente adentrarse a mar abierto. Implica reproducir lo conocido y cumplir todas las reglas. Es manejarse entre miedos y cuidados de las apariencias. También es endeudarse como todos y enfermarse oportunamente. Correr como corresponde para garantizar en el torrente sanguíneo la suficiente dosis de adrenalina. La idea es vivir constantemente al ataque o a la defensiva.

Cada sobreviviente dispone del descontrol emocional adecuado. O la capacidad represiva suficiente para preservar el estilo de vida adoptado. Una modalidad existencial donde la vida es secundaria, la felicidad imposible, la libertad encadenada por los miedos y el amor reducido a libreto conyugal. Pues el matrimonio es la institución oficial donde se otorga permiso legal para ejercer la energía sexual sin tener el mínimo conocimiento de ella. Dejemos el piloto automático y aprendamos a vivir.

Autor: Chamalú.

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Vídeo Desactiva tu piloto automático. ¡Despierta!

 

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