Cuando escuchamos a los economistas, nos damos cuenta que se usa con frecuencia la frase “Poder de compra”. Pero, ¿qué es eso y cómo se come o para qué se utiliza? En esta oportunidad vamos a hablar de este término. El por qué es importante ponerlo en acción en todas y cada una de nuestras decisiones financieras.
El poder de compra se asocia con el poder adquisitivo. Es decir, la disposición de recursos financieros para intercambiarlo por algo que considera de valor. Por ejemplo, si quiero comprar un libro que tiene un precio de 15 dólares. Si yo sólo dispongo de 10 dólares, no tengo poder adquisitivo para que esa transacción se realice. Esto es poder adquisitivo, según la economía clásica.
Ahora, supongamos que tú quieres comprar una casa, y que dispones solamente de la inicial. En ese caso claramente no tienes poder adquisitivo para la casa. Pero puedes hacer uso del financiamiento bancario o el préstamo de un amigo, para comprarla. Casi todos hacemos lo mismo. Compramos casas comprometiendo ingresos del futuro, mejor llamado hipoteca. ¡Un momento! ¿Eso quiere decir que hay poder de compra incluso si no tengo el dinero? ¡Claro, pero eso depende de la claridad y orden de tus propios recursos!
Ya entendemos el tema de la deuda como un apalancamiento para ejecutar el poder de compra. Vamos ahora a otro ejemplo, mucho más cotidiano y sin buenos resultados.
Supongamos que vas al centro comercial con una tarjeta de crédito que el banco acaba de otorgarte. Aunque tu cuenta bancaria tiene poco, te sientes con poder de comprar porque la tarjeta así te lo hace sentir. Ves unos zapatos hermosos y te dices ¡yo lo quiero y puedo comprarlo ahorita! Entonces entras y los pagas con la tarjeta.
Más adelante ves una tienda de ropa que tiene justamente algo que hace juego con tus zapatos nuevos. Te dices “ya que estoy aquí, me llevo eso de una vez”, entonces vuelves a pasar la tarjeta. Al final de mes, te das cuenta que los zapatos y la ropa la utilizaste dos veces. Pero que sólo puedes pagar el mínimo de esa cuenta, porque es lo que tienes en el banco.
¿Qué pasó en este segundo ejemplo? Igual alguien confió en ti y te dio dinero para que ejecutes ese poder de compra. Pero hay algo que tiene la tarjeta, que no tiene una hipoteca: claridad en el uso final. Ante la falta de claridad y la ansiedad por lo que quieres, vas perdiendo el poder de compra.
Cada vez puedes menos, te quejas más y no entiendes por qué estás como estás. Por eso es importante saber qué pagas con qué y por qué lo haces. Porque incluso si te encuentras prometiendo tus ingresos futuros, sabes que eso tiene un propósito claro.
El poder de compra va mucho más allá de ser una variable económica. Dice con claridad a qué le estás dando el poder de tus decisiones. Si hay orden dentro de ti y si estás poniendo los recursos en aquello que realmente suma a tu vida. Una persona esclavizada al dinero, es alguien que hace mucho rato entregó el poder al dinero. A ese de quien tanto se queja de quien quiere “independizarse”.
Una persona con poder de compra no se queja por precios, elige si compra o no. Tampoco pone juicios al trabajo del prójimo, elige si lo contrata o no. En fin, es una persona que compra con consciencia, sin lástima ni culpa, tenga poco o tenga mucho.