Todos los días tomas decisiones. La mayoría de ellas tan automáticas que ni te das cuenta de lo que hiciste. Decides a qué hora te vas a levantar de la cama, en qué horarios comer, qué ropa usar, qué productos comprar. También te corresponde decidir sobre tema más trascendentales como qué profesión tener, si deseas casarte o cuántos hijos tendrás.
Pero hay un detalle en todas estas decisiones, la mayoría se trata de algo externo a ti. Es decir, de lo que se supone debes hacer o tener, quizás con respecto a lo que mejoraría tu imagen ante los demás. ¿Y qué hay de ti y tus necesidades? ¿Te consideras una persona autónoma y que gestiona sus emociones?
El poder de decisión viene de la conciencia con la que escoges una opción frente a otra. Teniendo en cuenta las posibles consecuencias y haciéndote la pregunta de si estás en disposición de hacerte cargo de ellas. Cuando existes desde la inconsciencia no vas más allá de escoger una opción para luego lamentarte por resultados muy distintos a los esperados.
También puede ocurrir que terminas decidiendo en función del bienestar de otra persona. Incluso, aunque eso te traiga consecuencias perjudiciales. Si en tu presente existe alguna de estas situaciones, por favor detente. Cuando el comportamiento parece no seguir ningún patrón o los resultados repetidamente se alejan de lo que quieres, la mejor opción es dejar de hacer.
Esta decisión es de la más difícil que se pueda ejecutar en el mundo moderno. Con una sociedad que nos exige resultados, tomarse el tiempo para poner en orden el estado interior, parece ser el privilegio de vagos sin responsabilidades. O de egoístas que no consideran a los demás. Pero esto no es más que una creencia.
Es posible que tu sueño sea alcanzar una vida tranquila, con comodidades y haciendo algo que te encante. Lo que no se dice en voz alta son las características de una persona verdaderamente exitosa y satisfecha con su vida. Es aquella que invierte en conocerse a sí misma, definir quién es y lo que desea dedicándose a trabajar en ello cada día. Esto es ejercer el poder de decisión.
Para lograrlo no necesitas cambiar nada de ti, solo conectar con los valores que traigan tranquilidad y satisfacción a tu vida. Elije en función de tu bienestar conectando con tus fortalezas y honrando tus debilidades. Esto te hace un ser completo y suficiente. Así podrás ayudar a construir el mundo que quieres.
Sácale provecho a tu poder de decisión, no es un derecho que se te otorga es un deber para contigo mismo y la vida de calidad que deseas tener.
Hasta la próxima reflexión.
Escrito por
¿Quieres la Revista ArmoníaF?
Más de 3.000 personas reciben cada mes nuestra revista digital totalmente gratis. Recíbela tu también, por email y sin importar donde vivas. Puedes tener la primera hoy mismo: