Nuestro más preciado bien

Para muchas personas, las posesiones físicas, los patrimonios y el dinero son el mayor bien que puedan tener. Y estos son los poseedores de su vitalidad. Viven en función de sus propiedades.

No está mal tenerlos, disfrutarlos y saber vivirlos. Lo que no está bien es estar dependiendo de ellos. En su ausencia o cuando sienten que están en peligro de desaparición, su vida se vuelve un caos. Lo digo con propiedad, con la experiencia que por años tuve.

Mi estimada mentora me hizo comprender un maravilloso proverbio. “Donde pones el ojo pones la bala”. Así fue como comencé mi ardua labor de mirar donde estaba poniendo mi atención. Dónde estaba invirtiendo mi más preciado bien, mi energía.

Recuerdo mi mentor de PNL. Siempre nos dijo, tú eres el comportamiento de las 5 ó 6 personas con quien más interactúas. Ahora comprendo que atraigo a las personas según mis energías.

También vino a mi mente, cuando estuve embarazada de mi hija. Antes, fueron muchos intentos infructuosos. Hasta que abandoné las angustias por no quedar embarazada. Cambie mi foco de atención, quería tener un hijo, sin embargo, tenía miedo de una pérdida. Y eso era exactamente lo que me ocurría.

Preciado bien

He aprendido un poco a observarme en qué estado emocional me encuentro. Así también voy determinando mi frecuencia energética. En qué nivel vibracional me muevo. Ha sido un camino largo de recorrer aprender lo poco que sé al respecto, pero sé que me ha funcionado.

Modificar mis pensamientos es uno de los pasos que he hecho. Aprender a fluir, bendito fluir, hasta que supe cuando lo sentí, cuando no opuse resistencia ni física ni emocional a los acontecimientos ocurridos, aprender a aceptar los hechos, es permitir que ocurran y ya.

Todos estos pasos me han llevado a comprender, como estoy canalizando mi más preciado bien, mi energía vital.

¿En qué inviertes tu energía?

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