¿Te has dado cuenta de todos los miles de millones de circunstancias y sincronicidades que se han dado desde la infinita noche de los tiempos para que estés hoy aquí? ¿De qué eres un ser único en el universo y que nunca existió ni existirá nadie como tú? Todos tenemos habilidades que ofrecer. Sin embargo, piensas que, con el talento, ¿Se nace o se hace?
Según las tradiciones de origen indio, como el hinduismo, el budismo o el jainismo, todos tenemos un dharma. Palabra que tiene diversos significados, por ejemplo, religión, ley natural, conducta correcta y/o virtud. Cuyo concepto fundamental nos transmite que cada uno de nosotros nace con un propósito o deber determinado. Asignado desde el nacimiento y que sólo podemos llevar a cabo nosotros mismos. El propósito final del dharma es el autoconocimiento. Es decir, descubrir por nosotros mismos quienes somos para expresar nuestros dones y potencialidades únicos y ponerlos al servicio de los demás.
Estos potenciales únicos residen en cada uno de nosotros en forma de talentos semilla, que aguardan a ser despertados en función de diversos factores. El talento en sí se define como la capacidad que tenemos para llevar a cabo una actividad determinada. Se asocia a nuestra habilidad innata para llevarla a cabo y a nuestra inteligencia emocional adquirida durante la experiencia de vida. Es por ello que el talento puede ser heredado o bien aprendido si se aplica el compromiso y esfuerzo suficientes para que florezca.
¿Se nace o se hace?
Pero tener un talento de por sí y desarrollarlo en toda su magnitud son cosas distintas. Y para ello debemos ser capaces de identificarlo para hacerlo crecer. Como dice Anxo Pérez en su libro «Los 88 Peldaños del Éxito»:
«Mi convicción es que todos somos Michael Jordan en al menos un área de nuestras vidas, por pequeña que sea». «Esa área es tu punto estrella, y tú su Michael Jordan. Para ti constituye un pozo de petróleo»
Muchos de nosotros nos pasamos la vida desconociendo que tenemos un pozo de petróleo esperando a ser descubierto y aprovechado. No nos damos cuenta de que este pozo es precisamente lo que nos diferencia de los demás. Y que constituye la piedra filosofal del éxito en nuestro desarrollo personal y profesional.
Tus dones y talentos auténticos están presentes en tu día a día, aunque no seas capaz de percibirlos. Son esos detalles que se repiten continuamente y establecen patrones que esperan ser descubiertos. Si aún no has detectado estos patrones que te conducen a este propósito único para ti, puedes reflexionar sobre los siguientes puntos:
- ¿Qué es lo que hago que cuando lo hago pierdo la noción del tiempo y entro en estado de fluidez?
- ¿Qué se me da bien hacer?
- ¿Qué tipo de contenidos consumo o atiendo? ¿De qué tipo son y de qué temática? ¿Qué es lo que me gusta aprender?
- ¿Qué es lo que haría en mi profesión, aunque no me pagaran por ello?
- Cuando pregunto a las personas más cercanas de mi entorno, ¿qué dones o talentos ven en mí?
Que nada ni nadie te arrebate tu brillo. Encuentra tu tesoro y compártelo para que este mundo sea aún mejor que cuando llegaste.
Verónica Fernández
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