Cuántas veces tus padres te dijeron:
«Te lo quito porque no te lo mereces»
«No has estudiado lo suficiente»
o «Te has peleado mucho con tus hermanos…»
Eso es lo que ellos aprendieron en su infancia y por lo tanto, la única forma que conocían de educarte.
Pero estas frases, sumadas a la experiencia, son las que siembran en nuestra mente una serie de creencias que para nosotros son totalmente verdaderas y construyen nuestra realidad.
- Para obtener lo que quiero tengo que esforzarme, hacer cosas que no me gustan, trabajar duro y portarme bien.
- Soy una persona imperfecta que tengo que cambiar y mejorar para que los demás me acepten y me quieran.
- Si hago y digo lo que pienso y quiero, tendré problemas. Es mejor callarse y llevarse bien con los demás, aunque la situación no sea de mi agrado.
- Tengo que dejar mis deseos y mis sueños a un lado y ocuparme primero de los demás, porque si no me llamarán egoísta.
Estas creencias son las que nos han alejado de nuestra esencia y nos han llevado a dejar de escuchar a nuestro corazón.
Lo peligroso de estas creencias es que, al no ser conscientes de ellas, muchas veces caemos en la trampa de pensar que aquello que no conseguimos es por mala suerte o porque las circunstancias no nos lo permiten.
Sin embargo, la razón principal de no recibir lo que deseamos es que pensamos que no lo merecemos. Esto es así porque no somos lo suficientemente buenos o porque hemos hecho daño a las personas que queremos.
Te lo mereces porque ya existes
Mi primer consejo para que empieces a recibir lo que deseas, es que expulses de tu mente todas esas falsas creencias. Recuerda todas las cosas hermosas que sí has hecho en tu vida y lo grande que eres.
Aplícate cada día la autocompasión. Pero no desde la lástima sino como el apoyo y la comprensión que darías a tu mejor amiga.
Y sólo cuando te sientas merecedor el universo te lo entregará. De hecho ya lo está haciendo pero tú no lo estás viendo.
Si no eres merecedor por qué estás vivo, por qué el sol cada día te calienta y te ilumina el camino. Por qué tienes oxígeno para respirar o porqué las flores se abren ante ti.
Extiende tus manos y ábrete a recibir. Pide y se te dará, porque cuando descubras que sí mereces todo lo que deseas, el universo se pondrá a tus pies y tu felicidad salpicará a todos los que te rodean.