Cuando era niña el servicio lo asociaba a señoras que limpiaban casas y los meseros en los restaurantes. O cualquier otro oficio donde servir al otro era visto como algo despreciable y humillante. Gracias a eso recibía el consejo «tienes que estudiar para ser alguien en la vida». Esa visión me acompañó por mucho tiempo, hasta que encontré con nuevas perspectivas.
Hace aproximadamente diez años coincidí con un interesante libro llamado «Los lenguajes del amor» de Gary Chapman. Un pastor estadounidense que había logrado observar un patrón en las relaciones de pareja de su congregación. Su obra indica que existen 5 formas de entregar amor: el contacto físico, el tiempo de calidad, los obsequios, las palabras y el servicio.
Cuando leí la descripción de amar a través del servicio, me dije: «esto lo hago yo». Allí fue cuando por primera vez servir lo vi como un acto de amor. Agradezco con todo mi corazón haber resonado con esta perspectiva porque me conectó con uno de mis grandes talentos.
Algunas personas temen servir porque mantienen un concepto negativo de esta acción. Lo asocian a la degradación personal o al sacrificio extremo para que otra persona se pueda beneficiar. Sin embargo, como todo en la vida, se trata de una percepción. No es una obligación adherirse a este punto de vista.
Dar al otro no es un estado de pérdida, tampoco implica que debes quitarte algo de valor para que genere un resultado positivo. En el momento que te sientes mal por dar, estás generando una distorsión de energía.
Aprender a Servir
Una manera de equilibrarte es aprender a servir desde tus fortalezas y no desde la carencia. Cuando te concentras en dar por miedo, a esforzarte en exceso para que te reconozcan, aprueben o amen lo que produces es carencia para tu vida. Compartir las fortalezas es abundancia. Ya que entregas desde la confianza sin importar si quien recibe aprovecha o no y siempre tendrás de aquello que diste.
Una visión un tanto diferente, no obstante, esta versión ha aportado grandes satisfacciones a mi vida. Ya no me involucro en procesos desgastantes. Honro de una forma más amorosa a aquellos que me entregan sus dones para estar mejor y reconozco mi capacidad de amar cuando doy sin reservas porque no tengo miedo de que se va a acabar.
Eres quien elige cómo servir, si lo haces para humillarte o lo consideras un medio para amar. Desde mi experiencia una mentalidad de servicio me ayuda a conectar con la felicidad ¿Qué eliges hoy para ti?
Hasta la próxima reflexión.