En el mundo del emprendimiento es muy común hablar de los talentos. Esto se debe a que se busca inspirar a las personas para que usen sus habilidades como fuentes de ingreso. No obstante, los talentos no sirven solamente para tener una vida financieramente más cómoda. Hay un propósito más profundo, aunque antes necesitas descubrir lo que tienes para dar.
Saber hacer uso de nuestras habilidades es un tema de autoconocimiento más que de desarrollar un oficio. En algunas ocasiones nos ayudarán a ganar dinero, en otras a construir relaciones. O pueden ser las herramientas para construir una vida de calidad.
Sin embargo, con frecuencia caemos en trampas mentales. Como, por ejemplo, pensar que solo los talentosos alcanzan el éxito. Ya esta idea es un desastre. Todos tenemos una habilidad brillante. Que no sea conocida por miles o millones de personas, no significa que no sea valiosa.
O el hecho de que no nos genere ingresos, tampoco quiere decir que no estemos aprovechando nuestra creatividad. No se trata de aprender a hacer cosas de manera desmesurada. Ya que, una habilidad sin conciencia no sirve para nada.
Es por esto que saber manejar lo que tienes para dar es un arte. Que tiene que ver más con tus herramientas psicológicas que con lo que deseas lograr en la vida. Es atreverte a compartir a manos llenas, sin miedo a que te roben, te copien o se lleven el crédito.
Se necesita una claridad mental suficiente para compartir sin mezquindad. Esto se debe a que la competitividad sigue siendo el combustible para el progreso. Dar sin reservas es para mentes libres. Además, de que se requiere todo un proceso interno para descubrir lo que tienes para dar.
Este sistema de prepararte para ser mejor o destacar me resulta agotador. También he sido de esas tantas personas que han participado en el juego de la superación. Y sí, he logrado cosas asombrosas. Pero con el tiempo cambiaron y no proporcionaron una verdadera satisfacción.
Lo que tienes para dar
Te invito a reflexionar para qué haces lo que haces. Que te impulsa a conocer tus talentos. Si sabes diferenciar tus necesidades materiales de las emocionales. Y, sobre todo, que te preguntes cuál de estas es más importante.
El dinero solo compra comodidad. Esta es una afirmación desconcertante para todos los que piensan que el dinero es una prioridad. No es lo que tienes sino lo que construyes con lo que tienes lo que importa.
La satisfacción humana no se compra en la tienda. Ni se alcanza cuando a muchos les gusta tu estilo de vida. Es cuando estás a solas y respiras profundo, que puedes darte cuenta cuán valiosa es tu vida. Es en los momentos de quietud que puedes observar cuán completa te aprecias.
Descubre lo que tienes para dar. No solo para obtener lo que socialmente se llama éxito. Sino para construir confianza, autonomía e independencia psicológica. Comparte lo que te resulta natural para crear bienestar propio y colectivo. Usa lo que sabes para facilitar tu vida y la de los demás.
Cuando son muchos los que se benefician de algo, la tranquilidad es compartida. No tienes que saber mucho, tan solo tener conciencia de lo que puedes hacer con destreza. No te compares y entrega todo lo que llevas en tu corazón. Una vida con valor es más satisfactoria que una vida llena de logros que resultan en desuso.
Ver también La gratitud al dar y al recibir