¿Cuántas veces has escuchado la palabra productividad? Seguramente infinidades de veces. Seguramente también te has propuesto, quizás en ocasiones con éxito, y otras no tanto ser más productivo en cualquier área de tu vida. Porque eso si tiene la productividad, la puedes aplicar casi a cualquier área. En esta ocasión la aplicaremos en la vida familiar.
Me tomó un tiempo considerable, poder comprender que era un concepto que se podía emplear más allá del mundo corporativo. Fue un buen día que me plantee las preguntas: ¿Puede la maternidad relacionarse con el ser productivo? ¿Cómo puedo aplicar esto en mi día a día, de modo que mi hija pueda aprenderlo?
Así que me puse manos a la obra e inicié un proceso de análisis de la información disponible. Y ¡Oh sorpresa! Existe una variedad de artículos y estudios que no solo relacionan la maternidad con la productividad. Además, dichos estudios concluyeron que muchas mujeres, logran desarrollar la capacidad de ser considerablemente más productivas al convertirse en madres.
Aclaro, que esto no es una regla fija para todas. Cada mujer construye y vive su maternidad de manera única. Pero no deja de ser interesante que se pudiera observar cómo muchas de las mujeres que participaron en estos estudios, lograban utilizar su tiempo de manera más eficiente. También engranaron muy bien sus vidas como mamás y sus vidas laborales, entre otras aristas.
¿Puedes integrar la productividad en tu vida familiar desde la paz?
Todo lo anterior era genial, pero aún seguía sin tener la respuesta a mi segunda pregunta ¿Podía ser productiva en mí día a día? ¿En mi vida familiar, para que mi hija aprendiera sobre esto? Así que seguí indagando hasta que encontré lo que voy a compartir contigo ahora.
En el mundo corporativo, de forma sencilla podemos decir que la productividad está enfocada hacia procesos estandarizados, resultados pre establecidos y hacia el uso eficiente de los recursos. En su lugar, en tu vida familiar la puedes integrar diferenciando y eligiendo lo que es esencial de lo que no lo es ¿Enfocado en qué? En aquello que genere paz y armonía a todos los integrantes de la familia y su interacción.
Este enfoque, me ha permitido enseñarle a mi hija, que puede hacer elecciones desde lo que se sienta bien. De manera que los objetivos o metas planteadas, se logren de manera fluida.
Por ejemplo, puede que tú tengas en tu dinámica familiar, que tu hijo primero debe bañarse y luego sentarse a comer. ¿Qué tal si pruebas, preguntarle a tu hijo cuál de las dos le apetece hacer primero? Y te ahorras una gran cantidad de tiempo “luchando” para que haga algo que no quiere hacer en ese preciso momento.
Aquí lo esencial es que cumpla con su higiene corporal y su alimentación. No realmente importante el orden en que esto se cumpla. Lo esencial es fortalecer el vínculo madres-hijos, mediante la escucha a todos por igual y el respeto mutuo.
Así que aquí está, ya sabes cómo integrar la productividad a tu vida familiar: ¡desde la paz!
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